Algunas dinámicas del mal.

Supongamos que hubiera un padecimiento psíquico (del alma) en el que la persona se ve atrapada en tener que fingir toda una personalidad falsa. Tal vez empieza poco a poco, teniendo que fingir sentimientos durante un pequeño periodo cada día, por ejemplo, hacer como que tu jefe no te resulta molesto (la más típica y esencial) luego que tus vecinos, hasta que en algún momento la conciencia se ordena en torno a una personalidad completa constituida por reacciones fingidas a los estímulos.

Si alguien descubriera esa posibilidad y la acusara en alguien más, podrían pasar varias cosas dependiendo del porcentaje de personalidades falsas presentes. Está claro que el mecanismo (psíquicamente legítimo) de defensa que despliega y mantiene la personalidad ficticia alcanza a percibir la amenaza existencial que para sí mismo (el mecanismo mismo) representaría su cuestionamiento directo por parte de un interlocutor objetivamente responsable (una respuesta clásica es acusar al acusador de estar loco, es decir, intentar redefinirlo, en la percepciòn expresada en actos -o fingida- de los presentes, como no-responsable). Alcanza a percibir dicha amenaza "desde varias jugadas antes" por así decir, y procura esquivar, sin aspavientos, de ser posible, como cualquier impostor temeroso. (Así surge cierto tipo de "prohibiciòn suave" de tocar ciertos temas en ciertos ambientes.)

Si alguien por la razón que sea en efecto cuestionara la autenticidad de la personalidad de otro, en un ambiente con un porcentaje de psicòpatas arriba de cierto umbral, (que no tiene que ser la mitad, dependiendo de la virulencia de los psicópatas)esta claro que entonces, sin siquiera tener que voltearse a ver, dichos psicópatas se unirían en torno a la descalificación del acusador, al verlo fácilmente como amenaza en común. Puede tener lugar entonces lo que llamamos "linchamiento psíquico", que se lleva a cabo mediante muestras evidentes de aprobación a las descalificaciones abiertas del que debemos llamar "el linchado".

La intensidad de la sensación es exactamente proporcional a la "energía" desplegada en tales descalificaciones y sus aprobaciones por parte del coro. (El folclor celta consigna la existencia de un grupo de seres atormentados que vagan por el mundo derramando su amargura sobre las cosas y tratándo de convencer almas inocentes de unirseles.) pongo energía entre comillas porque incluyo tanto las calorìas que costó dar el portazo como otra cosa: La violencia percibida del viraje en los flujos normales del espacio psíquico común, percibidos en sus manifestaciones externas, ejemplo, alguien simplemente ya no le habla a alguen más. En términos físicos eso es un ahorro de energía, pero dada la estructura continua del espacio emocional que cada uno percibe de manera natural (i.e. que para ir de muy contento a muy enojado hay que "desplazarse más" que para ir de muy contento a enojado pero no mucho y "mucho más" que para ir de contento pero no mucho a enojado pero no mucho) es un cambio tremendo (que hace temblar). Entonces un gesto que señala un desplazamiento grande en un tiempo pequeño (o un desplazamiento de una "masa grande de sentimientos" en un tiempo pequeño) implica una "fuerza" (aquéllo que hizo moverse a lo que se movió, y cuya magnitud determina la medida en que se movió, para un objeto particular con "masa"-aquello cuya presencia hace rendir menos, proporcionalmente, a lo que hace moverse las cosas- dada y fija.) mayor.

Como vi, raiz de violencia, significa fuerza, un cambio así se puede llamar violento (lleno de fuerza), y de hecho es por esto que el lenguaje natural tiene la expresión "violentos cambios de humor", que pueden tener lugar entre dos humores tranquilos en sí, (uno feliz y uno triste, ambos calmados). Es decir, "violentos" no califica a los humores sino a los cambios.

Que la gente distinga entre cambios violentos y suaves nos señala la existencia objetiva del espacio continuo de percepciones, (a la par con el rango de números reales en los que se desplaza la temperatura del cuerpo, por poner otro ejemplo de dominio abstracto asociado a las posibilidades del ser humano).